Hace pocos días que clausuramos la quinta edición de las Jornadas de Investigación y Divulgación sobre Abarán y el Valle de Ricote (JIDAV), organizadas por la Asociación Cultural "La Carrahila". Se han ido publicando resúmenes de cada sesión y también una valoración final. Aún así, me gustaría añadir una reflexión personal sobre lo que son y lo que no son las JIDAV y por ende, la actividad de nuestra asociación.
Desde luego no son un entretenimiento para pasar el rato, no están dirigidas hacia lo anecdótico o lo endogámico. Pretenden ser una herramienta social, que usa los mejores resortes: el conocimiento, la ciencia y la cultura. Efectivamente, elegimos un camino no muy concurrido, que pide al que decide recorrerlo un esfuerzo. Exige una posición activa en la aprehensión de contenidos, un esfuerzo para el escepticismo, para el rigor, para la transversalidad y para la consciencia. Hay otros caminos más trillados, pero no llevan a los mismos lugares.
Hemos conectado entre sí a las universidades, los ayuntamientos, las asociaciones, las fundaciones, los museos; a los cronistas, los artistas, los investigadores; a los locales, los foráneos, los extranjeros; a los catedráticos, los estudiantes, los curiosos; a los laureados y a los que comienzan. Hemos conectado mentes y hemos propuesto actuaciones. Las jornadas no son, desde 2010, seis o siete de "La Carrahila", sino 117 autores y cientos de personas que nos han acompañado en las conferencias, en las salidas interpretadas, en las actividades, en las acciones de voluntariado, en los proyectos y en las actuaciones de Legado Vivo. Hemos tejido esta red, aquí, en el Valle de Ricote. No en Abarán, no en Blanca o en Cieza, ni en Ricote, ni en Ojós, sino en todos estos lugares a la vez. Hemos conseguido algo tan poco común, lamentablemente, como que dos consistorios de este valle vayan juntos en un proyecto para intentar salvaguardar el patrimonio. Y si finalmente nuestro proyecto de protección para el Cabezo de la Cobertera no tiene éxito, ya se habría conseguido mucho, si sirve como precedente, al unir dos ayuntamientos en una causa como ésta.
En las JIDAV y en los “Juntamientos” hemos hablado de norias y azudes, del granero fortificado, de gigantes y cabezudos, del puente viejo de Abarán y del puente roblonado de Blanca, pero también de fracking, de población y demografía, de fauna, de vías pecuarias, de patentes, de rutas, de documentos notariales... Se ha conectado con los archivos, con la etnología, la historia, la geografía, la arqueología, la geología, la biología, el turismo... Nos hemos ocupado del patrimonio histórico, cultural y natural. Y mientras lo hacíamos y poníamos a disposición de todos, de forma libre (en internet), los trabajos de investigadores y divulgadores, creábamos a su vez un nuevo patrimonio que queda y quedará para todo aquel que quiera usarlo. Y se usa (nos consta), por docentes, por estudiantes, por investigadores... Nuestra asociación es citada en las más diversas publicaciones y lugares, en investigaciones, en tesis, TFM, TFG...
Los volúmenes correspondientes a las cuatro ediciones anteriores de las JIDAV han llegado a la Comisión de Educación de la delegación permanente de las Embajadas de España ante la OCDE y la Unesco en París, con el objetivo de apoyar una posible declaración como Patrimonio Mundial de nuestro valle. De la misma forma, otros de nuestros escritos han apoyado las declaraciones como Bien de Interés Cultural (BIC) de parajes tan emblemáticos, pero abandonados durante décadas, como las norias y su entorno, el Cabezo de la Cobertera y el Solvente.
Opino, que si las iniciativas culturales quieren ser útiles al devenir social, deben ser capaces de aportar, incluso de modificar (tener un valor cualitativo). Sólo si existe diversidad y novedad somos capaces de aprovechar las oportunidades y esquivar los desastres. Es lo que ocurre en la naturaleza que es diversa, intra e inter específicamente (de aquí el sexo y la recombinación genética), así puede evolucionar, cambiar, descartar lo que ya no sirve y quedarse con lo que funciona. Las sociedades humanas no dejan de ser una parte de la naturaleza, regidas en última instancia por las mismas leyes de la termodinámica. En cualquier caso, todo es cambio, esto no es opinable. El acontecer personal, natural o social es inexorablemente dinámico, lo estático es patológico.
Vivimos tiempos de fomento de la alienación, no es necesario hablar de la desmedida oferta de juego y de ocio fatuo (atrofia racional aprovechada para el bombardeo emocional). Algo, sin embargo, peligroso en sociedades cada vez más complejas y con mayores desafíos. En este sentido, la formación continua (más allá del ámbito puramente académico, pero en conexión con él) de calidad, amplia, que aúne ciencias y humanidades, es a mi juicio imprescindible. Dedicar nuestro tiempo libre a algo que no sea un mero entretenimiento, sin dejar de ser placentero, como profundizar en el conocimiento riguroso de nuestra historia y de nuestra naturaleza, es conocernos mejor, es ayudar a formar ciudadanos conscientes, de los que pueden emerger sociedades mejores, tal vez más libres y también más responsables. Quiero pensar que la aportación de este patrimonio de conocimiento y de tejido conectivo dentro del valle, contribuye al necesario sustrato para la germinación de ideas y oportunidades que abordan el actual siglo XXI, el de las nuevas tecnologías, el de la globalización, el cambio climático, las migraciones, las energías renovables, o la terapia génica. Un siglo en el que, como colectividad, inevitablemente seremos distintos de lo que fuimos.
Gracias a todos los que nos habéis acompañado, a los que habéis conectado. Los que no lo habéis hecho todavía, podéis corroborar la verosimilitud de mi texto aquí: http://lacarraila.blogspot.com/
José Mª Gómez Manuel
Asociación Cultural "La Carrahila"